…una niña llena de vida y de ilusión llamada caperucita azul. esta niña correteaba alegremente por los pasillos de casa de su mamá, doña isabel, saltando de aquí para allá, gritando alguna que otra soflama retrógrada, o, qué sé yo, retorciendo el lenguaje para mayor gloria de su tito miguel ángel. era tal el aprecio que sentía su mamá, doña isabel, por su querida caperucita, que no tardó en empezar a encargarle ciertos recados de cierta responsabilidad. que si ahora llamas a este esto, o ahora le plantas un perro sánchez dimisión allá. no había día en que no se acordara de txapote o que fomentara la ingesta de fruta allá por donde pisara. y la madre isabel se sentía tan orgullosa de su retoño que decidió elegirla para una tarea mayor: «caperucita, vida mía, ha llegado el momento de sentarte en la mesa de los mayores. ha llegado el día en el que irás a casa del abuelo alberto, y en una cesta le llevarás el tarro donde guardo la esencia de mis mejores y más refinados venenos para que se los envíe al sosángano de pedro sánchez y toda su recua de bilduetarracatalufosocialcomunistas. pero ojo, ten cuidado, que vas a tener que atravesar el bosque para llegar a casa del abuelo alberto. y en el bosque se encuentran toda suerte de gentuza que tratará de evitar que llegues a tu destino. ¿serás capaz de llegar?». preguntó la madre de caperucita. «sí, mamá isabel, haré todo lo que está en mi mano para llegar. te lo digo con toda honestidad». respondió la joven emocionada e ilusionada ante la empresa que estaba a punto de emprender. «¿honestidad? ¿en el siglo xxi? ¿es que eres funcionaria o qué? que esto es alta política», respondió mamá isabel, algo condescendiente, a modo de penúltima lección antes de la partida. «ve con el viento, ministra mía, y no te salgas nunca del camino. sigue las indicaciones de la gaviota que marca el camino de la libertad. y no te pares ante nada ni ante nadie. no cometas ese grave error». y caperucita partió, y se alejó de casa de mamá adentrándose en el bosque, y recordando las palabras de su madre: «es de vital importancia que esta cesta llegue a casa del abuelo alberto, sin ella no podrá abrirse paso entre la maleza roja, y si no nos abre paso no podremos algún día heredar sus propiedades». qué imagen, una gaviota blanca, enorme, imperial, señalando la senda que debía seguir. y caperucita la seguía. y así lo hizo, hasta que el sol, caprichoso como pocos, dijo de retirar su estela de luz y calor, dando paso a esa fría y oscura noche donde cualquier sonido es ruido y cualquier ruido zozobra. nuestra querida caperucita ya no caminaba tan vigorosa, y el optimismo se había tornado duda. fue en ese momento cuando comenzó a escuchar un siseo que poco a poco fue tomando forma: «mentirooosssssssaaaaa. mentirooooosssssssaaaaaaa». no daba crédito. pensaba que sus sentidos le fallaban. era un susurro que penetraba hasta lo más hondo de su oído interno «¿quién eres tú? ¡eres como todos! mentirossssaaaaaaa». y del susto dio un brinco. y tras el brinco se paró. y notó cómo las ramas de una planta que surgía del costado de la vereda se anclaban a sus tobillos. caperucita fue consciente entonces de que había cometido un grave error. se había parado. resultó de una tristeza inenarrable observar impotente cómo la blanca gaviota se perdía en lontananza.
cuenta la leyenda que han pasado muchas lunas desde aquellos eventos. y que de la pobre caperucita nunca más se supo. pero ojalá santa isabel díaz de los ayusos perdidos sea capaz de encontrarla y rescatarla, porque según se oye, se dice, se comenta, han visto a una niña igualita a nuestra insigne protagonista, pero desprovista de su imponente caperuza, ataviada con una mochila repleta de libros y con una carpeta en la mano. otros, sin embargo, afirman que se la han encontrado esperando un autobús en una parada cualquiera. si bien también afirman cómo en algún momento alguien coincidió con ella en algún mercadillo rebuscando entre las ofertas textiles que tan alegremente en esos espacios se ofrecen. santa isabel, por favor, ruega por tus fieles, no dejes que una fina obra de orfebre permanezca mucho tiempo, demasiado, en el páramo social, en el bosque de la chusma. no dejes que aprenda demasiado qué es la puta vida.
imagen 1 vía el artículo de sonia baños «la carrera académica de noelia núñez bajo sospecha» en el portal noticiasparamunicipios.com
imagen 2 de alberto r. roldán vía el artículo de javier menéndez flores «noelia núñez: en política tienes que ser ejemplar y por eso dimito» en el diario la razón.